La humedad accidental generalmente ocurre por causas imprevistas o impredecibles, a través de un parche de humedad aislado y circunscrito más o menos acentuado, acompañado de un halo.

Si la mancha se refiere a la mampostería, probablemente notaremos una hinchazón y un posible desprendimiento del revoco. Lo mismo puede suceder con los pisos de madera.

Las tablas se curvarán y se separarán del soporte debido al contacto involuntario con una cantidad de agua vertida en el piso de una manera no deseada o inesperada con el tiempo.

En general, puede provenir de: fugas de tuberías de agua, daños en las bajantes, roturas de tuberías y alcantarillas de sistemas sanitarios, fugas de techos, grietas de las vainas, tejas rotas debido al paso involuntario de algún operador o debido a fuertes tormentas de granizo, tanques de agua rotos y el sistema de calefacción, olvidos y errores humanos, etc.

La humedad accidental también puede ser causada por la rotura o el mal funcionamiento de los aparatos que usan agua, como lavadoras y lavavajillas.

La única solución efectiva en caso de humedad accidental es la reparación de la falla que está en el origen de la fuga.

Sin embargo, a menudo, se toman medidas tratando solo las superficies (por ejemplo, restaurando el revoco y repintando) para ocultar el daño, pero es una operación innecesaria y a menudo contraproducente para identificar el problema real, que reaparece puntualmente.

La mayoría de las veces el control visual y el sentido común son suficientes para reconocer los problemas relacionados con la humedad accidental.

En los casos en que la inspección visual conduce a resultados dudosos, se pueden utilizar algunas herramientas de diagnóstico avanzadas, como la termografía infrarroja. Una cámara de infrarrojos puede identificar fácilmente una tubería de agua rota aprovechando la diferencia de temperatura entre el piso frío y la pulverización de agua caliente desde la tubería rota.

El procedimiento más apropiado para resolver los problemas causados ​​por la humedad accidental es reconocer primero la causa (con una investigación visual o instrumental) y actuar directamente sobre eso y luego también restaurar los acabados dañados (que son un síntoma, no el problema real).